Los participantes en el 2° Congresso Mundial Médicos Pela Vida / World Council for Health, manifiestan libremente lo siguiente:

  1. La actual pandemia por SARS-COV2 (en adelante, la pandemia), ha sido incorrectamente abordada por las entidades sanitarias (tanto internacionales como nacionales, públicas y privadas).
  2. Las motivaciones de lo antedicho permanecen aún sin aclarar, debiendo ser objeto de una minuciosa investigación, en los aspectos médico-legales y sus implicancias sociales.
  3. La instalación del miedo – utilizado como herramienta persuasiva – seguida por confinamientos estrictos, prolongados e ineficaces, sólo produjeron pobreza, desesperación, alteraciones mentales, violando las más básicas normativas de libertad, y produciendo más daño que la patología en sí misma.
  4. Una gran mayoría de medios de comunicación fueron los artífices en la instalación la psicosis colectiva, debiendo ser los motivos que la impulsaron indagados en profundidad desde las aspectos éticos y legales.
  5. Desde el primer momento de la pandemia, se asoció el comportamiento del virus SARS-COV2 (por coincidencias taxonómicas y fisiopatogénicas) con otras patologías ya conocidas, adaptándose para ello terapéuticas de sustrato fisiopatogénico. No obstante, ninguna de esas medidas fue aplicada.
  6. El tratamiento precoz – base de toda medida médica centrada en el individuo – se describió y publicó desde el principio de la pandemia, con diversos fármacos eficaces, seguros, económicamente accesibles. Estos tratamientos fueron soslayados y desechados, y sus investigadores fueron intimidados, ridiculizados, y advertidos de eventuales “castigos”, en ciertos casos llevados a cabo.
  7. Aún las voces de alarma de eminentes científicos – entre ellos dos Premios Nobel – y de otros destacados Especialistas en el área de la Salud, fueron acalladas en las redes sociales y periodísticas, manejadas por personas cuya experticia en Medicina era escasa o nula.
  8. En su lugar, se siguieron los asesoramientos e indicaciones de autoproclamados “expertos” en SARS-COV2, y de CEOs de la industria farmacéutica, los primeros con evidente relación con los segundos.
  9. Tampoco se convocó a ningún debate científico (de índole nacional o internacional), que reuniera Profesionales de las Interdisciplinas, que entendieran en la temática referido a las medidas a adoptar, imponiéndose la obligatoriedad de aceptar normas sin un claro origen, dictadas internacionalmente (con idas y venidas), desde las sombras, ya que no presentaban documentación científico-técnica respaldatoria.
  10. Estos prejuicios dividieron a la Comunidad Médica en tres grupos: aquellos que asistieron denodadamente a sus enfermos, poniendo en riesgo sus propias vidas y las de sus allegados; aquellos que siguieron las normativas derivadas de los mandatos impartidos por entidades Científicas incluídos en los puntos 8 y 9; y un pequeño grupo de Profesionales que aplicaron el juramento hipocrático y el pensamiento crítico científico, procurando prodigarse en lo mejor de su arte y de su ciencia, en beneficio de sus pacientes.
  11. Los primer y segundo grupos arriba mencionados – muy diferentes entre sí, por el comportamiento evidenciado – incurrieron en un error en común, al no aplicar algunos de los principios básicos de la Medicina, basados – en gran medida – en la Lógica y la experiencia.
  12. El segundo grupo, “grupo pasivo”, incurrió en un abandono de paciente, esperando la progresión de la enfermedad y perdiendo así la oportunidad para el tratamiento precoz, siendo censurable desde el punto de vista ético, y posiblemente punible desde el punto de vista legal, dado que las medicaciones existentes podían haber sido utilizados bajo consentimiento informado.
  13. Los medios de comunicación masiva, y algunas redes sociales, fueron esenciales en la propaganda de estas conductas previamente enumeradas.
  14. Como resultado de todo lo anterior, la industria farmacéutica justificó – como punto fundamental para la prevención y morigeración de los individuos – la aplicación masiva de las autodenominadas vacunas experimentales, apoyadas por entidades médico-sanitarias (nacionales e internacionales), basando su accionar sin un consentimiento informado (aún de menores de edad), en un manejo inconsulto, sesgado y falaz de la Bioestádistica, en lo referente a resultados y complicaciones.
  15. A través de los medios de comunicación – sostenidos por entidades sanitarias y patrocinados por la industria farmacéutica – se desoyeron las voces que denunciaban aspectos negativos de dichas inoculaciones (ineficacia, peligrosidad de efectos secundarios, etc.), sin toma en cuenta a quiénes se exponía a dichos procedimientos.
  16. Las acciones enunciadas en los puntos precedentes produjeron mayores daños médicos y sociales que el virus en sí mismo, acción que puede ser comparable a un genocidio, y calificada como tal. La vulneración de los Derechos Humanos Básicos, y la perdida de libertades individuales, agregaron un tinte de oscuridad y vergüenza al dantesco cuadro antedicho.
  17. No obstante las connotaciones negativas de los puntos precedentes, los participantes –en representación de las destacadas Entidades que los nuclean y también a título personal- desean hacer público su apoyo y empatía para con los Profesionales de la Salud que hicieron cuanto pudieron, con las herramientas que les brindó el pensamiento crítico, el estudio permanente, la experiencia  y la inclaudicable voluntad de cumplir con su Juramento, y para con las víctimas de la pandemia (tanto de la enfermedad en sí como de las causadas por las arbitrarias conductas tomadas a nivel mundial con las llamadas vacunas experimentales). A tal efecto, los participantes se comprometen a seguir luchando en favor de los Colegas, de los pacientes, y de la Comunidad en general y – al mismo tiempo – en seguir aportando su sapiencia hasta las últimas consecuencias, en pos de un mundo mejor y más solidario.
  18. Asimismo, instamos a que se inicien inmediatamente acciones legales, en los fueros que correspondan, contra todos los culpables de esta hecatombe=, para que  tanto los afectados por la pandemia como los danados por la industria farmaceutica, y tambien los Profesionales perseguidos y damnificados laboral y moralmente, reciban el resarcimiento mas justo, acorde al dano sufrido, y que acciones de esta indole no se repitan nunca mas en el Mundo.
  19. La autonomía médica es la esencia misma de la medicina, siendo inalienable e inexpugnable.
  20. Los derechos de los pacientes están garantizados en la Declaración de Derechos Humanos y Ciudadanos, la Declaración de Helsinki y otros tratados internacionales. Por lo tanto, estos derechos deben ser respetados en su totalidad. El acceso a los medicamentos debe materializarse a través de su disponibilidad por parte de quienes tienen derecho al mejor beneficio.
  21. Los gobiernos y las autoridades públicas y privadas deben tener en cuenta todos los datos científicos disponibles, rechazar las direcciones de intereses limitados y también escuchar a las instituciones médicas y científicas independientes y a los expertos, fuera de la burocracia establecida, que pueden ayudar en las elecciones más adecuadas.
  22. Los participantes refrendan la posición del World Council for Health que orienta la suspensión inmediata de la aplicación de inyecciones experimentales mal llamadas vacunas Covid19.
  23. Es urgente realizar un mapeo honesto de los efectos secundarios de las vacunas en todo el mundo, e investigar tratamientos para estos efectos secundarios sin sabotear si los tratamientos son con medicamentos baratos, genéricos y sin patente. El enfoque contra el Covid crónico debería ser similar.
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